Hace algunos años empezó a utilizarse en España el término puertas giratorias -tiene muy poco de original pues estaba copiado del mundo anglosajón donde se le denomina revolving door- para referirse al hecho de que quienes han ocupado un alto cargo público pasen a ocupar puestos importantes en las grandes corporaciones privadas o en las empresas públicas. Se ha considerado como una remuneración, inaceptable desde un punto de vista ético, por lo que se supone son los servicios prestados en la administración pública. Uno de los argumentos esgrimidos por las fuerzas políticas que han emergido en España -Ciudadanos y Podemos-, en gran medida como consecuencia de la grave crisis que viene sacudiendo a la sociedad española desde 2008, ha sido que su llegada pondría fin a las puerta giratorias. Veremos que dicen cuando les llegue el momento, si es que les llega, en que tengan necesidad de poder hacer realidad lo que ahora pregonan y no tienen posibilidad de materializarlo en hechos.
Quien ha decidido que las puertas sigan girando, y a toda velocidad, es la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que decidió solventar su revolcón en las primarias del PSOE celebradas hace tres meses con una crisis de gobierno, no ha tenido empacho en hacer girar las puertas a toda velocidad. La lideresa andaluza en esa crisis de gobierno hizo que salieran pitando cinco de sus consejeros. Habían ocurrido cosas de mucha entidad y había que mostrar nueva imagen. El verano comenzaba con cuatro de ellos pasando a ocupar otras tantas sinecuras públicas. La que fuera consejera de Agricultura Pesca y Desarrollo Rural, la almeriense María del Carmen Ortiz Rivas, ocupa ya la presidencia de la Autoridad Portuaria de Almería. El ex consejero de Salud, literalmente por las llamadas mareas blancas y las manifestaciones de los profesionales de la sanidad -la más antigua del planeta con gran diferencia sobre la siguiente en palabras de doña Susana- es hoy director gerente de la Agencia de Energía. Lo que nos hace temer que se fundan los plomos y nos quedemos sin luz, como su paso por este organismo se parezca al protagonizado en la sanidad andaluza. El que fuera consejero de Empleo, Empresa y Comercio, José Sánchez Maldonado es, desde hace pocos días, el nuevo Rector de la Universidad Internacional de Andalucía que, a diferencia de los demás rectores, dadas las especiales características de dicha Universidad, no es elegido por profesores, alumnos y personal de administración y servicios, sino designado a dedo. Por último, Adelaida de la Calle, cuyo paso por la Consejería de Educación sólo ha servido para que la enseñanza en nuestra comunidad sigua teniendo los índices de absentismo y de fracaso escolares más altos de España, es la flamante presidente de la Corporación tecnológica de Andalucía. Hace unos días giraba de nuevo la puerta. Martín Blanco García era nombrado director del Parque Tecnológico de Cartuja. Será por el excelente funcionamiento de los ascensores en los hospitales andaluces, pues fue viceconsejero de Salud. Tanta puerta girando debería remover el aire y desatar un vendaval. Pero en esta Andalucía achicharrada hay una calma chicha absoluta.
El líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, no ha abierto la boca ante este, más que uso autentico abuso, con que agita las puertas giratorias la presidenta de la Junta de Andalucía. Ciertamente no es su competencia, pero no es menos cierto que la configuración del Parlamento andaluz le permite una actuación en el sentido de hacer realidad lo que pregona su partido.
(Publicada en ABC Córdoba el 2 de septiembre de 2017 en esta dirección)
Estupendo y real artículo. Deben de ser todos personas muy inteligentes con capacidades amplias para poder ocupar tanto puesto…así son los resultados